Estilos de vida saludable y los que no.
¿Qué es estilo de vida?
Es el conjunto de actividades que una persona, pueblo, grupo social y familia realiza diariamente o con determinada frecuencia; todo depende de sus conocimientos, necesidades, posibilidades económicas, entre otros aspectos. Cuando se mantiene un estilo de vida SALUDABLE se involucran actividades que no causan efectos negativos sobre la salud, entre los cuales se encuentran:
El estilo de vida es la base de la calidad de vida, concepto que la Organización Mundial de la Salud OMS- define como la percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia, en el contexto de la cultura y del sistema de valores en los que vive y en relación con sus objetivos, sus expectativas, sus normas, sus inquietudes.
Los estilos de vida están relacionados con los patrones de consumo del individuo en su alimentación, de tabaco, así como con el desarrollo o no de actividad física, los riesgos del ocio en especial el consumo de alcohol, drogas y otras actividades relacionadas y el riesgo ocupacional. Los cuales a su vez son considerados como factores de riesgo o de protección, dependiendo del comportamiento, de enfermedades transmisibles como de las no transmisibles (Diabetes, Enfermedades Cardiovasculares, Cáncer, entre otras).
En alguna ocasión la Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha referido a las enfermedades no transmisibles como las relacionadas con la globalización del estilo de vida no saludable. A medida que el mundo controla las patologías infecciosas y la mortalidad infantil crece la preocupación por la extensión de los problemas de salud vinculados al tabaquismo, el abuso del alcohol, el sedentarismo o la comida basura; íntimamente ligados a las epidemias del siglo XXI: la obesidad, la diabetes o la hipertensión.
En este caso no se trata de combatir bacterias o virus, sino los malos hábitos de las sociedades modernas, que hace décadas dejaron de ser males más o menos limitados a los países más desarrollados para extenderse por todo el mundo.
La mala noticia es que, como ha anunciado la OMS en Ginebra, cada año mueren 38 millones de personas en el mundo por enfermedades no transmisibles, de los que 16 millones son prematuras (se producen antes de los 70 años), con datos de 2012. La buena es que estos 16 millones de fallecimientos vinculados a procesos pulmonares, cardiovasculares, a tumores, diabetes o ictus son evitables si se adoptan las medidas de prevención de salud adecuadas.
“La comunidad mundial tiene la oportunidad de cambiar el curso de la epidemia de las enfermedades no transmisibles”, ha manifestado la directora general de la OMS, Margaret Chan. La organización ha lanzado un programa para reducir estas muertes en un 25% hasta el año 2025. “Tan solo con invertir entre 1 y 3 dólares (0,86 y 2,58 euros) por persona al año los países pueden disminuir las enfermedades y la mortalidad que provocan estas patologías”, ha añadido Chan.
La mayor parte de las muertes prevenibles (el 82% de los 16 millones) tienen lugar en los países con ingresos bajos o medios; los que más preocupan a la OMS. La organización internacional ha aprovechado el acto de este lunes para lanzar algunos ejemplos de medidas eficaces frente a estas enfermedades como puede ser la prohibición de todas las formas de publicidad de tabaco; sustituir las grasas trans (presentes en fritos y bollería industrial responsables de elevar el colesterol) por las poliinsaturadas (omega-3 y omega-6, que se encuentran en pescados y frutos secos); y restringir o prohibir los anuncios de bebidas alcohólicas.
Además, ha hecho públicas algunas experiencias desarrolladas en distintos países que pueden ser aprovechadas por la comunidad internacional.
Es el caso de Brasil que ha conseguido hacer descender las muertes por causas no transmisibles a un ritmo del 1,8% anual gracias a la extensión de la red de asistencia sanitaria primaria. O el de Turquía, que ha aumentado desde 2013 la superficie que se reserva para advertir de los riesgos del tabaquismo en los paquetes de cigarrillos hasta cubrir el 65% de la superficie de las cajetillas. Además, ha incrementado los impuestos sobre el tabaco hasta alcanzar el 80% del precio total, con lo que se han reducido las tasas de fumadores en un 13% desde 2008 a 2012.
Otros ejemplos son los de Hungría y su tasa a los productos poco saludables por sus altos contenidos en sal, azúcar y cafeína que, un año después de haber sido aprobada, ha forzado a la industria alimentaria a cambiar los contenidos de estas sustancias y ha hecho que las ventas de estos productos caigan un 27%. Argentina, con medidas similares, ha reducido el contenido de sal en el pan en un 25%.
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